Tenía una cita con la XVII marcha nacional de btt en Sotoserrano, que se disputó el pasado 8 de marzo y de la que aun no he puesto ni una sólo foto, ni he escrito una sola línea.
A las nueve de la mañana ya estábamos en Sotoserrano Miguel y yo. Era la primera vez que asistíamos a la marcha. Llegar, cumplir con la inscripción, formalizada previamente en internet, y preparar la bici, fue todo uno. A las nueve y media ya estábamos dispuestos para la marcha.
Ciclistas de toda España, y del extranjero, ya que había muchos portugueses e incluso algún francés, de Orthez, aunque luego supe que tenía familia en Sotoserrano y que acudía año tras año desde la localidad pirenaica. De la geografía española amplia representación: los "arañas" de Puenteareas, que acuden todas las ediciones, y que este año habían venido casi veinte, grupos de Madrid, Valladolid, Palencia, Asturias, Cáceres, Badajoz, Toledo, y por supuesto Salamanca, medio Béjar de echo, estaba allí. Entre los "ilustres" varios rostros conocidos: Dori Ruano, acompañada de toda su escuela de ciclismo de Cabrerizos, Lale Cubino, Fatima Blázquez, Moisés Dueñas o Alexis Rodríguez. En total mas de seiscientos participantes.
El tiempo acompañaba, y ya a primera hora del día se preveía una gran jornada tanto deportiva, como climatológica.
A las diez de la mañana se da la salida, primero por las calles de Sotoserrano, para, enseguida, enfilar una larga bajada hasta el río Alagón. El Alagón, el otro gran protagonista de la jornada que nos va a acompañar prácticamente durante todo el recorrido. Este primer contacto ya con la ruta, bajando, rodeados de olivos, los cerezos, ya casi en flor, están, sobre todo en la parte alta del pueblo, me sirve para comprobar que los chavales de la escuela de ciclismo de Dori Ruano ya le han quitado el miedo a las bajadas, y que bajan como locos, a pesar del camino, con numerosas piedras sueltas.
Tras la bajada, llegamos al cruce de la carretera de Lagunilla, y lugar donde se unen los ríos Cuerpo de Hombre y Alagón. Aquí toca, como casi en toda la marcha, disfrutar del paisaje y del entorno. Nos adentramos en un pinar, con muchas zonas de eucaliptos, junto con algún que otro madroño, alguna encina y también algún roble. Frente a nosotros, el Alagón, y casi colgados de la ladera que ha producido el río durante los años, los cultivos, también de olivos en esta zona.
Tras una larga subida, y una vertiginosa bajada, llegamos a la altura de Cabaloria, un pueblo abandonado, en ruinas, a la vera, como no, del río Alagón, y muy cerca de Riomalo de Abajo, donde está previsto el primer avituallamiento. Allí, reponemos fuerzas, y charlas con unos y con otros. De nuevo un numeroso grupo de los "arañas" de Puenteareas, esperándose unos a otros para seguir la ruta agrupados.
Pasado este primer receso, comienza la parte que se me hizo mas dura. Es apenas un kilómetro, y no era camino de tierra, ya que estaba asfaltado en hormigón, pero por varios motivos (el 14% de pendiente, era uno de ellos) se me atragantó.
Pasado este tramo, siempre en medio de un inmenso pinar, llegamos al meandro del río Alagón, un inmenso meandro que forma el río y que es un lugar apasionante. Sólo por eso merece hacer la marcha.
Una vez pasado el meandro continuó la ruta, primero subiendo, subiendo mucho rato, luego bajando otro ratito, después volvimos a subir..., fue un continuo sube y baja, ya metidos de lleno en la provincia de Cáceres, lo que se notaba sobre todo en la vegetación, ya que estaba casi todo completamente florecido, a pesar de lo temprano de la fecha.
Cerca de Vegas de Coria un nuevo avituallamiento, para elegir, a los pocos kilómetros un tramo alternativo de trialeras. Hemos optado por dejarlo para una ocasión venidera, y optamos, por tanto, por continuar de nuevo hacia Riomalo de Abajo, pasar de nuevo por Cabaloria y afrontar el último tramo hacía Sotoserrano. Un último tramo que circula de nuevo a la vera del río Alagón, al que dejamos seguir su camino hacía el Tajo para afrontar la última rampa comprometida antes de llegar a Sotoserrano y dar por concluida la marcha.
Una vez llegados a Sotoserrano, bocata, refresco y charla con unos y con otros sobre la ruta. Y todo ello, con la blanca imagen de la nieve en la Sierra de Béjar-La Covatilla.