Llevo días sin escribir nada sobre el Giro. ¿Y qué? Sobre todo he disfrutado. Vaya pedazo de carrera estamos viendo este año en la edición de la Corsa Rosa. En los últimos años hemos visto etapas entrañables, de esas que se quedan grabadas en la retina, pero ¿cuántas? una, dos, tres como máximo a lo largo de toda una temporada, pero es que lo de este año es grandísimo. Primero las exhibiciones de Cancellara en Flandes y Roubaix, Evans en la Flecha o Vinokourov en Lieja, además de los triunfos de Alberto Contador, que allá donde va, gana, y ahora el Giro. En este Giro el espectáculo es diario, pero espectáculo del bueno.
Hay que comenzar, como no, con la etapa de Montalcino. El barro, o no barro, que parece que sólo se habla de eso en este país de medios de comunicación futboleros, hizo que la etapa se ganase el calificativo de épica, y eso, además de las condiciones climatológicas, que hicieron mucho, y los tramos de tierra de
L'Eroica, lo consiguieron los corredores. Corredores como Vinokourov (este hombre debe de poner una escuela de como se entiende el ciclismo), como Cadel Evans, como Scarponi o como Nibali y Basso tratando de dar caza por detrás. Si, el barro ayudo a crear la imagen del corredor de los años cuarenta, pero el espectáculo dado por los ciclistas se ha obviado, debido, precisamente al barro.
Y cuando llega la segunda semana del Giro, y parece que todo se va a decidir en la terrorífica última semana, cuando el Giro rinde su pequeño homenaje, acercando una etapa hasta allí, a la, hoy semi derruida, otrora monumental ciudad de L'Aquila, resulta que el Giro se pone patas arriba. A día de hoy me cuesta comprender aún que es lo que realmente ocurrió para que mas de cincuenta tíos se vayan por delante y lleguen a coger una distancia de mas de diecisiete minutos, y mas me sorprende aun cuando en ese grupo estaban, entre otros, Carlos Sastre, Bradley Wiggins, David Arroyo o Richie Porte. Que si chubasqueros y no veíamos los dorsales, que si fallaron los pinganillos debido a la lluvia (ojalá fallen siempre), que si ya tendremos tiempo de cogerles, que si yo no tiro por que no es mi carrera, que si tal, que si cual, ¿os acordáis de Pereiro en 2006? No creo que esta vez ocurra lo mismo (salvo que Carlos Sastre acabe de entonarse), pero alguno de ellos ocupará cajón en el podio.
Con las clasificaciones patas arriba, la vergüenza ciclista de los perjudicados en la etapa de L'Aquila salió a flote en la etapa siguiente, atacando, casi en bloque, y llegando a conseguir una renta cercana a los cincuenta segundos, que al final se quedaron en algo menos de treinta, pero dejando a las claras que el error de dejar coger esa minutada a tantos ciclistas, estaban dispuestos a pagar por él en la carretera.
Y llega la montaña. Primero el Monte Grappa. ¡¡¡Vaya puertazo!!! Este es uno de esos puertos que empiezan minando tus fuerzas, con un primer tramo duro, pero aguantable, y otro, en esos seis últimos kilómetros, que te acaba de destrozar y dejarte sin un mínimo de fuerzas. Eso ocurrió a todos los favoritos de la carrerra, que llegaron a la cima del Grappa casi de uno en uno. Con lo que quedaba (unos cuarenta kilómetros), estaba claro que el descenso iba a jugar un papel fundamental. Y así fue: Nibali no lo dudó ni un momento, y se tiró para abajo en buscar de limar ese tiempo perdido en etapas anteriores, y vaya si lo consiguió. Su bajada fue portentosa, arriesgando, y mucho, en las curvas mojadas, sabiendo que el riesgo de caída estaba ahí, pero no dejándose amedrantar por esa circunstancia. Al final se le hizo un poco largo el llano, y por detrás Evans y Scarponi pudieron restarle un poco de tiempo, a costa de quedarse, el Campeón del Mundo, sin bonificación en beneficio de Basso. David Arroyo se viste de rosa.
Y al día siguiente el Zoncolan.
Hay dos cosas importantes en una carrera ciclística. Una, que los corredores se impliquen al máximo, y otra que los organizadores tengan todo controlado y sepan diseñar las etapas. Esto ocurrió en la etapa con final en Zoncolan. Un diseño preciso de la etapa, con mas de ciento cincuenta kms totalmente llanos, para terminar con cuatro puertos en los últimos cincuenta kms, entre ellos el Duron (vaya descubrimiento) y el Zoncolan, por Ovaro, por Liariis, por los túneles, es decir, por su vertiente mas incómoda.
Y en el Zoncolan vimos de nuevo ciclismo del grande. Vimos a un super ciclista, a Ivan Basso al ataque desde casi el primer kilómetro de subida. Su equipo había endurecido la carrera en los puertos anteriores, Nibali no iba nada fino, es joven, quizás pagó su esfuerzo en Grappa, y cuando el polaco Szmid se puso a marcar su infernal ritmo, se sabía que Basso quería recuperar tiempo. Y allá se fue el italiano, primero con Evans y Scarponi, quien parecía que iba a mas y le daba varios relevos. Pero el ritmo de Basso fue excesivo para "zapatones", y el trío se quedó en duo, con Basso al ataque y Cadel Evans, fiel a su estilo a rueda del corredor de Varese, y, de repente, oh sorpresa, el campeón del Mundo pasa al relevo. Ese fue el momento en el que Basso supo que iba a irse en solitario. Apretar un poco mas al australiano, un metro, dos metros, cinco metros, quince, cincuenta, ya está hecho, en meta casi minuto y medio. Qué grande Iban Basso, qué manera de tener confianza en si mismo y poner la carrera como el quería, qué manera de marcar diferencias, por eso decía lo importante de diseñar bien las etapas.
Basso me recordó al de 2006 ganando y sentenciando el Giro en Aprica, y eso tiene mucho mérito para un corredor que ha estado dos años parado y que ya, el año pasado en La Vuelta, comenzó, aunque se le hizo muy larga, a dar pruebas serias de haber vuelto con la intención de ser el de antes.
A todo esto, David Arroyo continua de líder, y Carlos Sastre, aun habiendo perdido bastante, sin ir mas lejos su ventaja y su posición con Basso, aun tiene mucho que decir.
Y hoy
crono escalada a Plan de Corones. Exacta a la que se hizo hace dos años, ganando en aquella ocasión la crono el compañero de Basso, Franco Pellizotti. Vuelve el "Sterrato", desde el Passo Furcia hasta arriba, hasta Kronplatz, vuelve el hacer las cosas bien desde la organización, y vuelve, por supuesto, el espectáculo del Giro.
Ah, se me olvidaba. Lástima una vez mas la retransmisión de Veo7. Hay que agradecerle a este canal que apueste por el ciclismo, pero, por favor, NO se pueden hacer cortes de publicidad a tres kms de coronar Zoncolan. Y, otro por favor, que no vuelva el tal Álamo, que lleven a Josu Garai y Victor Jordán, que coño, estos saben de ciclismo, el Álamo se acerca mucho mas a un charlatán.