Bueno, a esto llamaban en la Vuelta los tres días temerarios de la ronda española. Qué pena! Qué pena de carrera, y que pena de organización. Lo de esta gentuza con las autovías no tiene nombre, día tras día la misma historia. Penoso.
El sábado, en el recorrido de la autovía, habría unas... 100 personas..., siendo generoso. Pero es que en el recorrido de Zaragoza, como mucho dos o tres mil. La gente le da la espalda a la Vuelta.
Qué envidia esas cronos del Tour en Lac Vassivier (se me viene a la memoria ahora) con carreteras estrechitas, por zonas boscosas, bonitas para la gente y los corredores, con repechos de un kilómetro donde la gente se agolpa y sólo deja un pequeño pasillo a los ciclistas...Qué envidia...
Y ayer en el gran especial de Cerler..., bueno sin comentarios ya. No me gustan los puertos que de doce kilómetros de ascensión tengan cuatro de descenso (bueno, el Galibier, si me gusta). Todavía cuando la carretera de Cerler era un camino de cabras, pues bueno, podía, y digo podía, tener su aquel, pero ahora..., y la cantidad de kilómetros llanos sin sentido que hasta los comentaristas no sabían ni que contar antes de llegar a Benasque..., si es que es penoso.
He estado echando un vistazo a las fotos del Giro subiendo Zoncolan, donde se habían agolpado miles y miles de personas. Vamos, igual que en Cerler.
Y hoy, si históricamente a Andorra no va ni el gato a ver la Vuelta, con la pantomima de hoy, ni el puente de Cataluña salva el desaguisado.
Y hoy, si históricamente a Andorra no va ni el gato a ver la Vuelta, con la pantomima de hoy, ni el puente de Cataluña salva el desaguisado.
Simplemente penoso
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