Estoy nervioso. El ciclismo resurge cual Ave Fenix de sus cenizas. Este cosquilleo en el estómago cuando veo el perfil de la etapa de hoy en el Giro no me pasaba desde la época de Induraín, quizás alguna vez con Roberto Heras, pero, después de tantos contratiempos para nuestro deporte, gran parte del país, y también de los medios de comunicación están pendientes de Alberto Contador, y eso teniendo en cuenta que la selección de fútbol juega hoy y prepara la Eurocopa, que la de balonmano se juega el preolímpico, que Nadal está jugando Roland Garros, que Gasol va a jugar la final de la NBA, que Lorenzo y Pedrosa corren mañana en Mugello. Pues bien, con todo esto, el ciclismo tiene sitio en las portadas de los periodicos deportivos (a pesar de las incongruentes portadas donde solo se ve a un futbolista, que además no es español, y que al parecer quiere jugar en el Madrid) y en los informativos de televisión.
El ciclismo vuelve por sus fueros. Nunca se había ido, a pesar de que unos y otros se lo han querido cargar una y otra vez.
El ciclismo vuelve por sus fueros y mucha culpa de ello la tiene Alberto Contador. Un chaval sencillo, de Pinto, sincero, muy sincero, que le ha dicho las cosas muy claras al Tour, que ha venido al Giro sin apenas preparación específica y que se está jugando, entre italianos, conseguir mañana la Maglia Rosa en Milán. Algo que, entre los españoles, sólo ha hecho el gran Miguel Induraín. Casi nada.
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